Friday, May 12, 2006

Extraña coincidencia

Ser productor de un programa radiofónico en la capital finlandesa me dio la oportunidad de entrevistar a diversos personajes, indiscutibles embajadores culturales de las antiguas creencias nórdicas. Algunos pasan por señalados chamanes, substantivo de connotaciones peyorativas en ciertas latitudes, pero que allí significa simplemente: portador de sabiduría. Conservo a uno de ellos, concretamente, anclado en la memoria: Johannes Setälä me concedió una entrevista, que comenzamos con un batir de tambores en un apartado salón de Finlandia Talo, un prestigioso centro de conciertos y conferencias situado en el corazón de Helsinki. El ritual del tambor distendió la conversación y nos abrió un mundo verbal que fui grabando concienzudamente en uno de esos magníficos ingenios modernos, verdaderos estudios de grabación portátiles. El anciano de barba blanca, a regañadientes, me fue desvelando el universo fantástico de sus viajes etéreos al mundo del silencio, entre la vida y la muerte, entre la tierra y el cielo, en busca de una respuesta o un remedio curativo para un paciente necesitado. Alguna reticencia a difundir secretos muy bien guardados intuí en algún momento de la conversación. Cuando quise volver a oír sus palabras para editarlas, entre todas la entrevistas que realicé aquel día, la de Johannes Setälä, por un misterio que hasta la fecha me deja perplejo y únicamente la suya, había desaparecido. Ni una palabra. Se había borrado la cinta en el lugar más preciado como por arte de magia. ¿Coincidencia?… Podría ser, aunque siempre oí decir que la coincidencia no existe.

Mystères et boules de gomme

Lo cierto es que la ciencia, empapada de lógica racionalista, reconoce la existencia de fenómenos no aún desvelados al conocimiento humano. No se han logrado explicar coherentemente ciertos acontecimientos, series de circunstancias o accidentes naturales, por llamarlos de alguna forma, que siguen guardando un pertinaz secreto para la humanidad, y que se extienden además por todas las latitudes del globo terrestre.
Se han consumido en la hoguera miles de supuestos brujos y hechiceras, por principios de la fe cristiana y la Santa Inquisición, titulares de una supuesta Verdad Absoluta. Se han publicado cientos de libros con el fin de cernir el misterio de unas ciencias denominadas ocultas porque escapan al entendimiento racional. El controvertido tema de los dominios inexplorados por la Ciencia, y que se explica defectuosa y raramente con palabras, merece meticulosos y prolijos estudios. Profundizar en la materia requiere una exhaustiva documentación capaz de explicar convincentemente el tan porfiado objeto de polémica. Quiero, sin embargo, exponerte aquí someramente algunos casos de mi conocimiento y una concisa visión de las teorías referentes a estos hombres y mujeres que ocupan un lugar significativo en las supersticiones populares de Finlandia.

Chamanes, magos y curanderos

Martta Kuikka confirmaba la presencia de chamanes, magos y coaguladores de sangre entre sus antepasados. Curanderos aptos, según las leyendas, para coagular una virulenta hemorragia capaz de acabar con la vida del afectado, y esto con la única ayuda de cánticos antiguos y un esotérico conocimiento de las energías terrestres.
El viejo barbiblanco Väinämöinen, protagonista del Kalevala, debió ser, según estudiosos de la épica finlandesa, un poderoso mago. Aunque he vivido personalmente indiscutibles fenómenos paranormales, a los que nunca encontré explicación, confieso que soy un incrédulo reticente, de crítica exacerbada y feroz, única manera de desenmascarar la superchería más encrespada. Por este motivo, no exijo a nadie la aceptación total de los hechos que se narran a continuación. Sólo me mueve la curiosidad de averiguar más, de ampliar el conocimiento y la investigación acerca de tantas tradiciones esotéricas tan celosamente guardadas.
Siempre que cunde la desesperación o la inquietud que nos depara el futuro, miramos hacia el cielo con la esperanza de encontrar un soplo divino que nos saque de las dudas. Iris Roine una conocida vidente, vecina de la ciudad de Helsinki, describió a mis dos hijos Samuel y Silverio como personas totalmente dispares. Sami como filósofo, y Silverio como la cigala cantora de la fábula de La Fontaine. Hasta aquí nada extraño, nada que no supiéramos ya sus progenitores. Lo extraño reside en el hecho que mi compañera, recién entrada en la consulta, no tuvo ni tiempo de abrir la boca, ni la vidente indagó cosa alguna. Simplemente "vio", y describió espontáneamente a mis hijos señalándolos certeramente como el motivo principal de la visita.

Las enseñanzas de don Juan

Describía Carlos Castaneda en su primera obra, Viaje a Ixtlan, una incursión al mundo de los muertos. El mundo del silencio donde viven los guerreros desaparecidos. A través del peyote que le ofrecen los indios descubre una realidad invisible a los ojos. Una quinta dimensión donde la conciencia es capaz de captar la esencia de la vida y la muerte, y lo que él llama el tercer anillo de poder.
Don Juan Matus, el hechicero indio mexicano que inicia a Castaneda y a tres discípulos más, en el mundo cognitivo de los chamanes, cuenta que los magos vivieron en México desde tiempos previos a la conquista española, unos siete mil años antes de Cristo. Don Juan explicó a sus alumnos que aquellos brujos, como él los llamaba, descubrieron a través de prácticas que no podía descifrar, la capacidad del ser humano de percibir energía tal como fluye en el universo. Esos chamanes aseguraban que cualquiera de nosotros puede interrumpir el sistema de interpretación del flujo de energía convertido en datos sensorios que transcribe la percepción del mundo cotidiano que conocemos. A la nueva percepción de las energías universales la llamaron "ver". Refinada y aplicada a ellos mismos, les daba la posibilidad de contemplar a los seres humanos como un conglomerado de campos energéticos.
La influencia cultural de ideologías precolombinas da al silencio y la muerte un significado diferente en Centro América. Se venera a la parca en figuras populares y se exhibe abiertamente el inexorable destino final de los seres humanos en rituales callejeros multitudinarios, así como en reuniones iniciáticas secretas. El mundo de los muertos es para las étnias indígenas de América una fuente de reflexión y sabiduría. El chamán en trance, me contaba Johannes Setälä, entra en contacto con el mundo del silencio, un mundo inmaterial entre la tierra y el cielo, al que se desplaza para encontrar respuestas a sus demandas.
La autenticidad de la vida sólo se alcanza con una consciencia global del destino que nos conduce a la expiración. Así lo entendía por ejemplo el filósofo Heidegger, como asimismo Herman Hesse cuyos personajes se inspiran en la muerte y se desenvuelven con ella. Detrás de los textos de Kafka trasciende el silencio de la soledad absoluta y está siempre tan presente la muerte en la poesía de Lorca como es protagonista en las tragedias de Shakespeare. En nuestro más profundo interior se expresan en silencio las voces de nuestros antepasados.
Gurdieff dice del hombre común, que vive en un estado de inconciencia análogo al sueño. Es como una máquina que no controla ni sus actos ni sus pensamientos. El miedo le hace obviar lo inevitable.
El chamanismo está sin duda ligado a la idea de Dios como fuerza sobrenatural y ha existido desde la primera intuición por el hombre de la incorpórea esencia divina. Los rituales ayudan al mago a transportarse a una realidad supranormal y alcanzar una conciencia metafísica con un objetivo concreto.

El Kalevala, épica finlandesa

Las escrituras originales de la gran epopeya finlandesa, Kalevala y los poemas épicos antiguos de donde nació, ya mencionaban una realidad diferente, etérea y mística. Incluso en la actualidad, los chamanes de Carelia y Laponia son respetados miembros de la comunidad y ofician como curanderos y sacerdotes de ritos ancestrales. Los chamanes de Siberia y los hechiceros indios de América son quizás los más conocidos mundialmente por los numerosos estudios realizados sobre ellos. Y a grandes rasgos se ha descubierto que la filosofía de estos "brujos" es similar a la de renombrados maestros de la India o los lamas del Tibet, los sabios de Oriente.
La caza des brujas oficiada en Europa durante toda la Edad Media es un signo tangible de que, si bien no eran todos brujos, magos o chamanes los que ardían en la hoguera, las prácticas de la magia se extendían secretamente. La Iglesia Católica, organizadora de cruentas persecuciones, veía su poder directamente amenazado. Esta institución Apostólica y Romana se ha responsabilizado históricamente, no solamente del asesinato de miles de inocentes, sino de la pérdida de un importante conocimiento paralelo y alternativo. Un saber que ojalá se conserve aún en lugares donde no haya conseguido llegar la mano de su destructiva influencia. El fundamentalismo católico ha emparejado, como método disuasivo, la maldad, incluso la presencia del mismo diablo con el concepto de brujería. Habría que distinguir, sin embargo, entre la magia blanca practicada con un ánimo benigno y cognitivo y la nigromancia que involucra la presencia del demonio en sus rituales ocultistas.
En finés la palabra bruja, noita, tiene su etimología en el vocablo noaidi del saame o sami (lengua de Laponia) que significa sabio, o persona que conoce otra dimensión. Aquí la brujería no está forzosamente relacionada con el mal satánico sino con el conocimiento. Lo mismo que la palabra chamán se refiere a aquel que sabe el camino, que conoce otra verdad y se adentra en una dimensión diferente y hermética para el común de los mortales. Este espacio cuántico, etéreo y atemporal constituye sin embargo un mundo tan real y a la vez tan misterioso como el mundo de los sueños, una dimensión cargada de símbolos.
Se tienen muy pocos datos científicos del mundo chamánico. La ciencia quizás pueda revelar los impulsos eléctricos que recorren nuestro cerebro o situar el emplazamiento físico del alma dentro de la estructura craneal, pero se ve incapaz de dar una explicación a misterios existenciales como la conciencia individual o la quintaesencia del alma.
Parcialmente definida la conciencia es, en nuestro entendimiento, el reflejo del mundo que percibimos. Pero esta percepción está sujeta a coyunturas culturales, el reflejo del mundo en nuestro interior obedece a los cánones de nuestra propia cultura, y su entendimiento está conformado por ésta.
La conciencia chamánica se asienta en el precepto de un mismo mundo común a toda la humanidad. Pero es la percepción chamánica en sí la que distingue entre dos mundos paralelos. En el viaje al mundo oculto, los animales y las plantas se comunican con el hombre como entes espirituales y hablan con él. El tiempo y el espacio pierden su estructura racional. Los entendidos hablan de una conciencia extendida y ampliada a otra dimensión. Una consciencia filosófica sin censura ni tabúes impuestos por excluyentes y rígidas doctrinas racionales.
Desde los años de la psicodelia y el LSD se han multiplicado los experimentos científicos en torno a los efectos psíquicos de las drogas. La meditación trascendental es el medio empleado por sabios del mundo entero para ampliar el dominio humano sobre lo físico y lo espiritual. Los resultados de todas estas experimentaciones son sorprendentes. La dimensión extendida de la conciencia, cualquiera que sea el camino para llegar a ella, abre horizontes nuevos que rompen prejuicios adquiridos, libera y extiende el reflejo subjetivo del mundo en que vivimos.
Los pueblos aborígenes han sabido desde siempre conectar con mundos paralelos y sintonizar la conciencia y la intuición con las energías cósmicas. Las innumerables y variadas artes empleadas germinan en la noche de los tiempos. Diversos rituales permiten el contacto entre los mundos paralelos. El tambor es quizá el instrumento más empleado; con una monótona cadencia hipnótica, cierra la percepción que llamamos "normal" y transporta al mago a otra dimensión. Los repetitivos cánticos y bailes provocan trances colectivos en los ritos afro-cubanos. Los instrumentos utilizados universalmente pueden ser simples sonajas, tazas metálicas semicirculares o sofisticados instrumentos de cuerda sin olvidar el kántele del viejo Väinämöinen en el Kalevala. La monotonía de la repetición abre las puertas de la percepción que como una fantasía espontánea deja entrever una realidad diferente. Sin drogas o con ellas comienza una especie de alucinación que trae consigo sonidos y voces así como visiones diversas.
El chamán disfruta socialmente de un estatus indefinido, entre sacerdote y curandero y que contrasta según las culturas. "Viaja", en un estado más o menos hipnótico, al mundo del silencio del que trae consigo el nombre de alguna planta o algún remedio curativo. La sabiduría chamánica empleada para un alto propósito filantrópico es respetada entre los filósofos orientales como concepto iluminado que abre el acceso a un mundo de insospechadas posibilidades.

Wednesday, May 10, 2006

La tía Irene

Irene Kähkonen, la tía carnal de mi compañera Merja Leino, de cuyo diario he tomado recortes que ilustran un capítulo de mi libro - Granada-Helsinki, Nuevas Cartas Finlandesas - habla con orgullo de su abuelo Tuomas Kähkönen por ser un ilustre cantor de la épica finlandesa afincado en Ilomantsi, al sur de Carelia. Asimismo el abuelo materno de Irene se llamaba Matti Koponen y era un reconocido sabio, curandero y coagulador de sangre además de ganadero y agricultor, dueño de una inmensa hacienda allá por el año 1850. Matti, de pelo oscuro y luenga barba que le llegaba hasta el pecho era un grandullón de un metro noventa de estatura. Estaba casado con Anna, de rostro dulce y ojos azules, con quien tuvo cuatro hijas y un hijo. Matti tenía la reputación entre las gentes de conocer como nadie las plantas y de utilizarlas medicinalmente. Solía exhortar a sus ayudantes para que fueran a la recogida con él, en los primeros días del verano, a tempranísimas horas de la madrugada antes de que el sol secara la escarcha quitándole a las plantas su poder curativo. El curandero preparaba con ellas medicinas para las gentes y el ganado.
Su hermano llegó a enfermar de fiebres reumáticas y Matti, que sabía el remedio para sus males, le aconsejó diciéndole: vete a la cabaña que hay en la colina desde la primavera hasta el invierno. El conejo y los pájaros abundan y no te faltará de comer. Camina y esquía mucho por el bosque, el aire sano te sentará bien. Cuando los pinos y los abetos renueven sus picos, come de ellos. Hazte infusiones de masa de picos de abeto y del musgo que comen los renos. Te mandaré traer pan, manteca y bayas silvestres. Cuando los chopos asomen sus hojas como las orejas de un ratón, come de los tallos. La abuela contaba que el hermano de Matti sanó, pero que en una ocasión hasta vomitaba gusanos.
Decían de Matti, el curandero, que también era mago. Se recurría siempre a él cuando alguien, con algún malicioso hechizo, había ocultado las vacas en el bosque. Los cencerros sonaban y se oían claramente, pero las vacas no se encontraban por ningún sitio. Matti las sacó del bosque en fila y las devolvió a su dueño en más de una ocasión. Andaban como hipnotizadas, en fila unas detrás de otras.
Un día se acercaron unos gitanos a la casa. Entraron y se sentaron, y no había manera de sacarlos de allí. Hubo que darles de comer y de beber, y no parecían nunca saciados. El mago apeló entonces a sus dones para que se marcharan; los gitanos en una alucinación colectiva vieron cómo la casa se iba anegando de agua que subía de manera preocupante. Cuenta la leyenda que se peleaban por salir de allí corriendo.
Comentan, los que conocieron al mago Koponen, que era capaz de influir en la conciencia del ladrón que, presa de remordimientos, daba media vuelta y devolvía la mercancía sustraída. Así, uno de ellos había dejado caer en la nieve la bolsa llena del botín que había robado. A su alrededor dejó tal cantidad de huellas que parecía haberse librado una batalla a sí mismo.
Antes de su muerte Matti Koponen había ordenado que su ataúd fuese tirado por un determinado caballo en su último viaje, el viaje al cementerio. Llegó el señalado día y preparada la carreta que debía llevarlo al camposanto, no había fuerza capaz de mover al caballo que tiraba del enganche. Algún avisado familiar cayó entonces en la cuenta de que aquel no era el caballo que había requerido el fallecido. Se cambió pues de animal y Matti pudo por fin recorrer en paz su último trayecto.
Se cuenta del insigne personaje que fue un acérrimo cristiano y que llevaba a rajatabla los mandamientos bíblicos. El domingo era día de sagrado y total reposo, donde sólo era permitido leer y cantar los versos de la Biblia.