La tía Irene
Irene Kähkonen, la tía carnal de mi compañera Merja Leino, de cuyo diario he tomado recortes que ilustran un capítulo de mi libro - Granada-Helsinki, Nuevas Cartas Finlandesas - habla con orgullo de su abuelo Tuomas Kähkönen por ser un ilustre cantor de la épica finlandesa afincado en Ilomantsi, al sur de Carelia. Asimismo el abuelo materno de Irene se llamaba Matti Koponen y era un reconocido sabio, curandero y coagulador de sangre además de ganadero y agricultor, dueño de una inmensa hacienda allá por el año 1850. Matti, de pelo oscuro y luenga barba que le llegaba hasta el pecho era un grandullón de un metro noventa de estatura. Estaba casado con Anna, de rostro dulce y ojos azules, con quien tuvo cuatro hijas y un hijo. Matti tenía la reputación entre las gentes de conocer como nadie las plantas y de utilizarlas medicinalmente. Solía exhortar a sus ayudantes para que fueran a la recogida con él, en los primeros días del verano, a tempranísimas horas de la madrugada antes de que el sol secara la escarcha quitándole a las plantas su poder curativo. El curandero preparaba con ellas medicinas para las gentes y el ganado.
Su hermano llegó a enfermar de fiebres reumáticas y Matti, que sabía el remedio para sus males, le aconsejó diciéndole: vete a la cabaña que hay en la colina desde la primavera hasta el invierno. El conejo y los pájaros abundan y no te faltará de comer. Camina y esquía mucho por el bosque, el aire sano te sentará bien. Cuando los pinos y los abetos renueven sus picos, come de ellos. Hazte infusiones de masa de picos de abeto y del musgo que comen los renos. Te mandaré traer pan, manteca y bayas silvestres. Cuando los chopos asomen sus hojas como las orejas de un ratón, come de los tallos. La abuela contaba que el hermano de Matti sanó, pero que en una ocasión hasta vomitaba gusanos.
Decían de Matti, el curandero, que también era mago. Se recurría siempre a él cuando alguien, con algún malicioso hechizo, había ocultado las vacas en el bosque. Los cencerros sonaban y se oían claramente, pero las vacas no se encontraban por ningún sitio. Matti las sacó del bosque en fila y las devolvió a su dueño en más de una ocasión. Andaban como hipnotizadas, en fila unas detrás de otras.
Un día se acercaron unos gitanos a la casa. Entraron y se sentaron, y no había manera de sacarlos de allí. Hubo que darles de comer y de beber, y no parecían nunca saciados. El mago apeló entonces a sus dones para que se marcharan; los gitanos en una alucinación colectiva vieron cómo la casa se iba anegando de agua que subía de manera preocupante. Cuenta la leyenda que se peleaban por salir de allí corriendo.
Comentan, los que conocieron al mago Koponen, que era capaz de influir en la conciencia del ladrón que, presa de remordimientos, daba media vuelta y devolvía la mercancía sustraída. Así, uno de ellos había dejado caer en la nieve la bolsa llena del botín que había robado. A su alrededor dejó tal cantidad de huellas que parecía haberse librado una batalla a sí mismo.
Antes de su muerte Matti Koponen había ordenado que su ataúd fuese tirado por un determinado caballo en su último viaje, el viaje al cementerio. Llegó el señalado día y preparada la carreta que debía llevarlo al camposanto, no había fuerza capaz de mover al caballo que tiraba del enganche. Algún avisado familiar cayó entonces en la cuenta de que aquel no era el caballo que había requerido el fallecido. Se cambió pues de animal y Matti pudo por fin recorrer en paz su último trayecto.
Se cuenta del insigne personaje que fue un acérrimo cristiano y que llevaba a rajatabla los mandamientos bíblicos. El domingo era día de sagrado y total reposo, donde sólo era permitido leer y cantar los versos de la Biblia.
Su hermano llegó a enfermar de fiebres reumáticas y Matti, que sabía el remedio para sus males, le aconsejó diciéndole: vete a la cabaña que hay en la colina desde la primavera hasta el invierno. El conejo y los pájaros abundan y no te faltará de comer. Camina y esquía mucho por el bosque, el aire sano te sentará bien. Cuando los pinos y los abetos renueven sus picos, come de ellos. Hazte infusiones de masa de picos de abeto y del musgo que comen los renos. Te mandaré traer pan, manteca y bayas silvestres. Cuando los chopos asomen sus hojas como las orejas de un ratón, come de los tallos. La abuela contaba que el hermano de Matti sanó, pero que en una ocasión hasta vomitaba gusanos.
Decían de Matti, el curandero, que también era mago. Se recurría siempre a él cuando alguien, con algún malicioso hechizo, había ocultado las vacas en el bosque. Los cencerros sonaban y se oían claramente, pero las vacas no se encontraban por ningún sitio. Matti las sacó del bosque en fila y las devolvió a su dueño en más de una ocasión. Andaban como hipnotizadas, en fila unas detrás de otras.
Un día se acercaron unos gitanos a la casa. Entraron y se sentaron, y no había manera de sacarlos de allí. Hubo que darles de comer y de beber, y no parecían nunca saciados. El mago apeló entonces a sus dones para que se marcharan; los gitanos en una alucinación colectiva vieron cómo la casa se iba anegando de agua que subía de manera preocupante. Cuenta la leyenda que se peleaban por salir de allí corriendo.
Comentan, los que conocieron al mago Koponen, que era capaz de influir en la conciencia del ladrón que, presa de remordimientos, daba media vuelta y devolvía la mercancía sustraída. Así, uno de ellos había dejado caer en la nieve la bolsa llena del botín que había robado. A su alrededor dejó tal cantidad de huellas que parecía haberse librado una batalla a sí mismo.
Antes de su muerte Matti Koponen había ordenado que su ataúd fuese tirado por un determinado caballo en su último viaje, el viaje al cementerio. Llegó el señalado día y preparada la carreta que debía llevarlo al camposanto, no había fuerza capaz de mover al caballo que tiraba del enganche. Algún avisado familiar cayó entonces en la cuenta de que aquel no era el caballo que había requerido el fallecido. Se cambió pues de animal y Matti pudo por fin recorrer en paz su último trayecto.
Se cuenta del insigne personaje que fue un acérrimo cristiano y que llevaba a rajatabla los mandamientos bíblicos. El domingo era día de sagrado y total reposo, donde sólo era permitido leer y cantar los versos de la Biblia.
1 Comments:
Ciao!
Non parlo spagnolo, capisco un pò,
somiglia italiano. Sono una giornalista finlandese che vive in Italia da 20 anni. il suo blog è molto bello. Complimenti. Io ho un blog che si chiama Loitsu per i associazioni finlandesi in Italia.
http://loitsut,blogspot.com.
E un altro che si chiama Italian Mansikka (fragola) http://mansikat.blogspot.com
Saluti da provincia di Ancona
"Loitsu"
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